Sin
embargo, creo que nuestra enseñanza puede conducir a cierta sanidad de
naturaleza espiritual. No puedo creer
que tanto de lo que escribió Mateo se enfocara en el ministerio del
Salvador a la gente con problemas, afligida y consternada, si no hubiera un
propósito. Y como sucede con el Maestro, ¿no sería maravilloso medir el éxito
de nuestra enseñanza con la sanidad que ocurre en la vida de los demás?
Permítanme
ser más específico. Cuando enseñen, en vez de limitarse a simplemente dar una
lección, tengan a bien esforzarse un poco más por que el espiritualmente ciego
héroe del básquetbol vea realmente, o por que la espiritualmente sorda reina de
la belleza escuche realmente, o por que el espiritualmente inválido presidente
del estudiantado realmente camine. ¿Podríamos esforzarnos un poco más por
fortalecer a los demás de una manera tan poderosa que, sean cuales sean las
tentaciones que el diablo ponga en su camino, ellos sean capaces de resistir y
de esa forma y en ese momento estar realmente libres de maldad? ¿Podríamos
esforzarnos un poco más por enseñar de una forma tan poderosa y espiritual que
podamos realmente brindar ayuda a esa persona que sienta soledad, que viva
sola, que llore en la oscuridad de la noche?.
(Enseñando, Predicando, Sanando, Liahona enero
2003, Pág. 14-17). negrilla y subrayado añadido
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