Nuestra época es peligrosa; una época de gran maldad y tentaciones, de confusión y conmoción. En estos tiempos peligrosos, el profeta del Señor sobre la tierra, el presidente Thomas S. Monson, nos ha llamado a rescatar a los heridos en el espíritu, a defender la verdad con valentía y a edificar el reino de Dios. Sea cual sea el nivel de espiritualidad, fe u obediencia que tengamos en este momento, no será suficiente para la obra que tenemos por delante. Necesitamos mayor luz y poder espirituales; necesitamos ojos para ver más claramente al Salvador trabajando en nuestra vida y oídos para oír Su voz más profundamente en el corazón.

Esta maravillosa bendición llega cuando abrimos nuestro corazón y recibimos, realmente recibimos, al Señor Jesucristo, Su doctrina y Su Iglesia en nuestra vida. No tenemos que ser perfectos, pero debemos ser buenos y seguir mejorando. Debemos esforzarnos por vivir las verdades simples y sencillas del Evangelio. Si tomamos sobre nosotros el nombre de Cristo, si actuamos con fe en Él para arrepentirnos de nuestros pecados, si guardamos los mandamientos y siempre le recordamos, recibiremos la compañía del Espíritu Santo mediante la misericordia y la gracia de Jesucristo.

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Élder L. Whitney Clayton, De la Presidencia de los Setenta

El matrimonio: Observen y aprendan

POR EL ÉLDER L. WHITNEY CLAYTON

De la Presidencia de los Setenta

clip_image002Las promesas del Señor se extienden a todos aquellos que siguen el modelo de vida que construye relaciones matrimoniales felices y sagradas.

Una noche, hace varios años, mi esposa y yo fuimos a cenar a casa de uno de nuestros hijos, su esposa e hijos. Era un evento típico para una familia con niños pequeños: había mucho ruido y mucha más diversión. Poco después de la cena, Anna, nuestra nieta de cuatro años, y yo, todavía estábamos sentados a la mesa. Al darse cuenta de que tenía toda mi atención, se puso de pie sobre un banco y me miró fijamente. Cuando estaba segura de que la estaba mirando, solemnemente me ordenó “observa y aprende”. Entonces bailó y me cantó una canción.

La instrucción de Anna, “observa y aprende” era sabiduría de la boca de una pequeñita. Podemos aprender mucho al observar y luego considerar lo que hemos visto y sentido. En ese espíritu, permítanme compartir con ustedes algunos principios que he advertido al observar y aprender de matrimonios maravillosos y fieles. Estos principios edifican matrimonios firmes y gratificantes que concuerdan con principios celestiales. Los invito a que observen y aprendan conmigo.

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

Las palabras que expresamos

Rosemary M. Wixom

Presidenta General de la Primaria:

2013-05-00-liahona-spa-206También podemos influir en nuestros hijos por medio de las palabras que les escribamos. Nefi escribe: “…trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos… a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios”6.

El presidente Thomas S. Monson compartió la experiencia de Jay Hess, un aviador que fue derribado en el norte de Vietnam en la década de los años 60: “Durante dos años su familia no tenía idea si estaba vivo o muerto. Los que lo capturaron en Hanoi finalmente le permitieron escribir a casa, pero debía limitar su mensaje a 25 palabras”. El presidente Monson pregunta: “¿Qué diríamos ustedes y yo a nuestra familia si estuviésemos en la misma situación —sin haberla visto durante más de dos años y sin saber si la veríamos otra vez? Con el deseo de mandar algo que su familia reconociera que provenía de él y también con el deseo de darles consejo valioso, el hermano Hess escribió lo siguiente: ‘Estas cosas son importantes: el matrimonio en el templo, la misión, la universidad. Sigan adelante, establezcan metas, escriban historia, tomen fotos dos veces al año’”7.

¿Qué palabras escribirían ustedes a sus hijos si tuvieran 25 palabras o menos?2013-05-00-liahona-spa-039

El joven padre del que hablé hace un rato, el que escribió los recuerdos de su maestra de segundo grado, actualmente está criando a una hermosa hijita. Él percibe la confianza celestial que se ha depositado en él. Cuando ella crezca, ¿qué futuro tendrá? ¿Qué le dirá él que le llegue profundamente al corazón? ¿Qué palabras la alentarán, la edificarán y la ayudarán a permanecer en el sendero? ¿Marcará una diferencia si él se toma el tiempo para susurrarle: “Eres una hija de Dios”? ¿Recordará ella algún día que su padre solía decir las palabras: “Me encanta todo de ti”? (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 82-83)

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

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La respuesta a nuestra oración de cómo satisfacer las necesidades de nuestros hijos podría ser el desconectarnos de los aparatos electrónicos con más frecuencia. Los valiosos momentos de las oportunidades para interactuar y conversar con nuestros hijos desaparecen cuando estamos ocupados con distracciones. ¿Por qué no elegimos un momento todos los días para desconectarnos de la tecnología y reconectarnos unos con otros? Sencillamente apaguen todo; al hacerlo, tal vez al principio su hogar parezca muy silencioso; incluso quizás no sepan qué hacer ni decir; pero, cuando presten completa atención a sus hijos, se iniciará una conversación y podrán disfrutar de escucharse unos a otros.

(…) Ruego que las palabras que expresemos y escribamos a nuestros hijos reflejen el amor que nuestro Padre Celestial tiene por Su Hijo Jesucristo y por nosotros; y que también nos detengamos a escuchar, ya que un niño es muy capaz de responder con cosas grandes y maravillosas. Esto lo digo en el nombre de Jesucristo. Amén. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 82)

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

Las palabras que expresamos

Rosemary M. Wixom

Presidenta General de la Primaria

clip_image002Lamentablemente, las distracciones de este mundo impiden que muchos niños oigan las palabras alentadoras que podrían ayudarlos al formarse una opinión de sí mismos.

El Dr. Neal Halfon, un médico que dirige el Centro para niños, familias y comunidades más sanos, de la Universidad de California en Los Ángeles, hace referencia al “descuido benigno de los padres”. En un estudio se observó a un niño de dieciocho meses y a sus padres:

“‘Su hijo parecía feliz, activo y atento, evidentemente disfrutando de un momento con sus padres y de una pizza… Al final de la cena, la madre se puso de pie para ir a hacer un mandado, dejando al niño al cuidado del padre’.

“El papá… empezó a leer mensajes telefónicos mientras el pequeño trataba de captar su atención tirándole pedacitos de pizza. Entonces el padre empezó a prestarle atención otra vez, se puso frente al niño y jugó con él. Sin embargo, al poco rato se puso a ver un video en el teléfono con el niño hasta que su esposa regresó.

“En ambos casos, el [Dr.] Halfon observó que la luz interior del niño se ensombrecía, y había menos conexión entre padre e hijo”5. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 82)

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

Las palabras que expresamos

Rosemary M. Wixom

Presidenta General de la Primaria:

clip_image002Un ejemplo de un niño que estaba escuchando ocurrió en una tienda donde vendían telas. La tienda estaba llena de clientes cuando todos se dieron cuenta de que una madre estaba aterrada porque había perdido a su hijo pequeño. Al principio, lo llamaba por su nombre. “Connor”, decía, mientras caminaba apresuradamente por la tienda; después de un tiempo, su voz se hizo más fuerte y más desesperada. Al poco rato, se les comunicó a los oficiales de seguridad y todas las personas de la tienda comenzaron a buscar al niño. Pasaron varios minutos sin lograr encontrarlo. La madre de Connor, como es comprensible, se estaba desesperando más con cada minuto que pasaba y repetidamente gritaba el nombre del niño una y otra vez.

A una clienta, después de decir una oración en silencio, se le ocurrió que Connor probablemente estaba dentro de la tienda y que quizás estaría asustado al escuchar a su madre llamándolo a gritos. Se lo mencionó a otra mujer que participaba en la búsqueda, y rápidamente elaboraron un plan. Juntas empezaron a caminar entre las mesas de telas repitiendo en voz baja las palabras: “Connor, si me oyes, di: ‘Aquí estoy’”. Al dirigirse lentamente a la parte de atrás de la tienda repitiendo esa frase, efectivamente oyeron una voz tímida y suave decir: “Aquí estoy”. Connor estaba escondido entre los rollos de tela debajo de una mesa. Fue una voz de perfecta suavidad lo que alentó a Connor a responder. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 81-82)

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

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(. . .) y entonces se oyó una voz que dijo a los carceleros:

“Arrepentíos, y no intentéis más destruir a mis siervos…

“…no era una voz de trueno, ni una voz de un gran ruido tumultuoso, mas he aquí, era una voz apacible de perfecta suavidad, cual si hubiese sido un susurro, y penetraba hasta el alma misma”3.

Podemos aprender de esa voz de los cielos; no era fuerte, ni de reprimenda ni degradante; era una voz apacible de perfecta suavidad, que daba instrucción firme y al mismo tiempo daba esperanza.2013-05-00-liahona-spa-014

La forma en que les hablemos a nuestros hijos y las palabras que utilicemos pueden alentarlos y edificarlos, y fortalecer su fe para permanecer en el sendero que los llevará de nuevo al Padre Celestial. Ellos vienen a esta tierra listos para escuchar. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 81)

Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

2013-05-00-liahona-spa-206Una de las influencias más grandes que una persona puede tener en este mundo es influir en un niño. Las creencias y la autoestima de los niños se forman a temprana edad. Todo aquél que esté dentro del alcance de mi voz tiene el poder de aumentar la confianza que un niño o una niña tengan en sí mismos, y de acrecentar la fe de un niño en el Padre Celestial y en Jesucristo mediante las palabras que expresen. (Las palabras que expresemos, Liahona Mayo 2013, pág. 81)

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Pte Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia

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Vengan a la luz

Sí, de vez en cuando nuestra vida quizás parezca afectada por la oscuridad o incluso envuelta en ella. A veces la noche que nos rodea parecerá opresiva, descorazonadora y temible.

Mi corazón se aflige por las muchas penas que algunos de ustedes enfrentan, por la dolorosa soledad y los miedos abrumadores que quizás estén experimentando.

Sin embargo, ¡testifico que nuestra viva esperanza está en Cristo Jesús! Él es el verdadero, puro y poderoso acceso a la iluminación divina.

Testifico que, con Cristo, la oscuridad no puede prevalecer. Las tinieblas no obtendrán la victoria frente a la luz de Cristo.

¡Doy testimonio de que la oscuridad no puede permanecer frente a la resplandeciente luz del Hijo del Dios viviente!

Los invito a cada uno de ustedes a abrir su corazón a Él. Búsquenlo mediante el estudio y la oración. Vengan a Su iglesia, aprendan de Él y de Su evangelio, participen activamente, ayúdense unos a otros y sirvan con gozo a nuestro Dios.

Hermanos y hermanas, aun tras la noche más oscura, el Salvador del mundo los conducirá hacia un amanecer gradual, dulce y radiante que sin duda surgirá dentro de ustedes.

Al caminar hacia la esperanza de la luz de Dios, descubrirán la compasión, el amor y la bondad de un Padre Celestial amoroso, “en [quien] no hay ningunas tinieblas”9. De esto testifico; en el nombre de Jesucristo. Amén. (La esperanza de la luz de Dios, Liahona Mayo 2013, pág. 76-77)

Pte Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia

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La luz se allega a la luz

Puede que haya algunos de ustedes que sientan que los invade la oscuridad; quizás se sientan agobiados por la preocupación, el miedo y la duda. Para ustedes y para todos nosotros, repito una verdad hermosa y certera: la luz de Dios es real. ¡Está a disposición de todos! Da vida a todas las cosas1. Tiene el poder para atenuar la punzada de la herida más profunda; puede ser un bálsamo sanador para la soledad y la enfermedad de nuestra alma. En los surcos de desesperación, puede sembrar las semillas de una esperanza más resplandeciente. Puede alumbrar los valles de dolor más profundos, iluminar el sendero que tenemos por delante y guiarnos a través de la más oscura noche hasta llegar a la promesa de un nuevo amanecer.

Éste es “el Espíritu de Cristo” que “da luz a todo hombre que viene al mundo”2.

No obstante, la luz espiritual rara vez viene a quienes simplemente se sientan en la oscuridad a esperar que alguien mueva un interruptor. Se requiere un acto de fe para abrir los ojos a la luz de Cristo. La luz espiritual no puede discernirse con los ojos carnales. Jesucristo mismo enseñó: “Soy la luz que brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprenden”3. Porque “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”4.

La esperanza de la Luz de Dios, Pte Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia

clip_image002Quiero contarles de una mujer que creció en una habitación llena de oscuridad; la llamaré Jane.

Desde que Jane tenía tres años, constantemente la golpeaban, menoscababan y maltrataban; la amenazaban y ridiculizaban. Despertaba cada mañana sin saber si sobreviviría hasta el día siguiente. Quienes debieran haberla protegido eran los que la torturaban y permitían que el maltrato continuara.

Para protegerse, Jane aprendió a dejar de sentir. Como no tenía esperanzas de ser rescatada, se endureció contra el horror de su realidad. En su mundo no había luz, así que se resignó a la oscuridad. Con una insensibilidad que sólo puede resultar del constante e implacable contacto con el mal, aceptó el hecho de que en cualquier momento podía perder la vida.

Entonces, a los 18 años, Jane conoció La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El gozo y la esperanza del Evangelio restaurado penetraron su corazón y aceptó la invitación de bautizarse. Por vez primera, la luz entró en su vida y vio un camino radiante ante ella. Dejó la oscuridad de su mundo y decidió irse a estudiar lejos de la persona que la maltrataba. Al fin se sintió liberada del ambiente oscuro y maligno, libre para disfrutar de la dulce paz y la sanación milagrosa del Salvador.

CUATRO TÍTULOS, Pte Dieter F Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia

Cuatro títulos

POR EL PRESIDENTE DIETER F. UCHTDORF

Segundo Consejero de la Primera Presidencia

 

clip_image002Quisiera mencionar cuatro títulos… que pueden ayudarnos a reconocer nuestras funciones individuales en el plan eterno de Dios y nuestro potencial como poseedores del sacerdocio.

Mis queridos hermanos y amados amigos, estar con ustedes me llena el corazón de gratitud y regocijo. Felicito a los padres y a los abuelos que han traído a sus hijos y nietos; y también a ustedes, los jóvenes que han decidido estar aquí hoy. Éste es el lugar donde deben estar. Espero que sientan la hermandad que nos une y ruego que aquí, entre sus hermanos, se sientan integrados y encuentren apoyo y amistad.

Los hombres a veces nos damos a conocer por medio de títulos; muchos de nosotros tenemos varios títulos y cada uno dice algo importante sobre nuestra identidad. Por ejemplo, algunos títulos describen nuestra función en la familia, como hijo, hermano, esposo y padre; otros describen nuestra ocupación en el mundo, como doctor, soldado o artesano; y algunos describen nuestros cargos en la Iglesia.

Hoy quisiera mencionar cuatro títulos que creo se aplican a todos los poseedores del sacerdocio alrededor del mundo; títulos que pueden ayudarnos a reconocer nuestras funciones individuales en el plan eterno de Dios y nuestro potencial como poseedores del sacerdocio en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Élder David L Beck, Presidente General de los Hombres Jóvenes

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El apóstol Pablo amonestó: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de que dé gracia a los oyentes”10.

Los poseedores del sacerdocio nunca usan lenguaje vulgar u obsceno; nunca rebajan o hieren a los demás; siempre edifican y fortalecen a los demás. Ésta es una sencilla, pero poderosa, manera de ministrar. (Tu sagrado deber de ninistrar, Liahona Mayo 2013, pág. 57)

Élder David L Beck, Presidente General de los Hombres Jóvenes

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Empiecen en su propio hogar. Ahí es donde pueden efectuar su ministerio más importante8.

¿Quieren intentar un experimento interesante? La próxima vez que su mamá les pida ayudar en la casa, digan algo como: “Gracias por pedírmelo mamá, me encantará ayudar”; y luego observen su reacción. Tal vez sea bueno que algunos de ustedes practiquen las técnicas de primeros auxilios antes de intentarlo, porque quizás hagan que se desmaye. Después de que la hayan revivido, verán una notable mejora en su relación con ella y un incremento del Espíritu en su hogar.

Ésa es sólo una manera de ministrar a su familia; hay muchas otras formas. Ministran cuando hablan amablemente a los miembros de su familia; ministran cuando tratan a sus hermanos y hermanas como a sus mejores amigos.

Quizás más importante aún es que ustedes ministran cuando ayudan a su padre en sus deberes como el líder espiritual de su hogar. Brinden todo su apoyo y participen con ánimo en la noche de hogar, la oración familiar y el estudio de las Escrituras en familia. Hagan su parte para asegurar que el Espíritu esté presente en su hogar. Eso fortalecerá a sus padres en su función y los preparará a ustedes para ser padres algún día. Si no tienen un papá en casa, su responsabilidad de ministrar a su familia es aún más necesaria. (Tu sagrado deber de ninistrar, Liahona Mayo 2013, pág. 55)

Élder David L Beck, Presidente General de los Hombres Jóvenes

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El presidente James E. Faust enseñó: “El sacerdocio es la autoridad delegada al hombre para ministrar en el nombre de Dios”. El Sacerdocio Aarónico posee las llaves del ministerio de ángeles.

Cuando amen a los hijos del Padre Celestial, Él los guiará y enviará ángeles para que los ayuden. Se les dará poder para bendecir vidas y rescatar almas.

Jesucristo es su ejemplo. Él “no vino para ser servido, sino para servir”. Ministrar significa amar y cuidar a los demás. Significa atender a sus necesidades físicas y espirituales. En pocas palabras: significa hacer lo que el Salvador haría si estuviera aquí. (Tu sagrado deber de ninistrar, Liahona Mayo 2013, pág. 55)