Rosemary M. Wixom, Presidenta General de la Primaria

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(. . .) y entonces se oyó una voz que dijo a los carceleros:

“Arrepentíos, y no intentéis más destruir a mis siervos…

“…no era una voz de trueno, ni una voz de un gran ruido tumultuoso, mas he aquí, era una voz apacible de perfecta suavidad, cual si hubiese sido un susurro, y penetraba hasta el alma misma”3.

Podemos aprender de esa voz de los cielos; no era fuerte, ni de reprimenda ni degradante; era una voz apacible de perfecta suavidad, que daba instrucción firme y al mismo tiempo daba esperanza.2013-05-00-liahona-spa-014

La forma en que les hablemos a nuestros hijos y las palabras que utilicemos pueden alentarlos y edificarlos, y fortalecer su fe para permanecer en el sendero que los llevará de nuevo al Padre Celestial. Ellos vienen a esta tierra listos para escuchar. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 81)

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