Las palabras que expresamos
Rosemary M. Wixom
Presidenta General de la Primaria:
Un ejemplo de un niño que estaba escuchando ocurrió en una tienda donde vendían telas. La tienda estaba llena de clientes cuando todos se dieron cuenta de que una madre estaba aterrada porque había perdido a su hijo pequeño. Al principio, lo llamaba por su nombre. “Connor”, decía, mientras caminaba apresuradamente por la tienda; después de un tiempo, su voz se hizo más fuerte y más desesperada. Al poco rato, se les comunicó a los oficiales de seguridad y todas las personas de la tienda comenzaron a buscar al niño. Pasaron varios minutos sin lograr encontrarlo. La madre de Connor, como es comprensible, se estaba desesperando más con cada minuto que pasaba y repetidamente gritaba el nombre del niño una y otra vez.
A una clienta, después de decir una oración en silencio, se le ocurrió que Connor probablemente estaba dentro de la tienda y que quizás estaría asustado al escuchar a su madre llamándolo a gritos. Se lo mencionó a otra mujer que participaba en la búsqueda, y rápidamente elaboraron un plan. Juntas empezaron a caminar entre las mesas de telas repitiendo en voz baja las palabras: “Connor, si me oyes, di: ‘Aquí estoy’”. Al dirigirse lentamente a la parte de atrás de la tienda repitiendo esa frase, efectivamente oyeron una voz tímida y suave decir: “Aquí estoy”. Connor estaba escondido entre los rollos de tela debajo de una mesa. Fue una voz de perfecta suavidad lo que alentó a Connor a responder. (Las palabras que expresamos, Liahona Mayo 2013, pág. 81-82)
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