Empiecen en su propio hogar. Ahí es donde pueden efectuar su ministerio más importante8.
¿Quieren intentar un experimento interesante? La próxima vez que su mamá les pida ayudar en la casa, digan algo como: “Gracias por pedírmelo mamá, me encantará ayudar”; y luego observen su reacción. Tal vez sea bueno que algunos de ustedes practiquen las técnicas de primeros auxilios antes de intentarlo, porque quizás hagan que se desmaye. Después de que la hayan revivido, verán una notable mejora en su relación con ella y un incremento del Espíritu en su hogar.
Ésa es sólo una manera de ministrar a su familia; hay muchas otras formas. Ministran cuando hablan amablemente a los miembros de su familia; ministran cuando tratan a sus hermanos y hermanas como a sus mejores amigos.
Quizás más importante aún es que ustedes ministran cuando ayudan a su padre en sus deberes como el líder espiritual de su hogar. Brinden todo su apoyo y participen con ánimo en la noche de hogar, la oración familiar y el estudio de las Escrituras en familia. Hagan su parte para asegurar que el Espíritu esté presente en su hogar. Eso fortalecerá a sus padres en su función y los preparará a ustedes para ser padres algún día. Si no tienen un papá en casa, su responsabilidad de ministrar a su familia es aún más necesaria. (Tu sagrado deber de ninistrar, Liahona Mayo 2013, pág. 55)
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