en la ciudad en que
vivo, de tan grande extensión;
pero un día y otro
pasan, y las semanas también,
y de pronto me doy
cuenta de que un año ya se fue.
No he ido a ver a mi
amigo, tan bueno y tan fiel,
pues esta vida es
carrera vertiginosa y cruel.
Más él sabe que lo
quiero igual que ayer,
cuando yo iba a su
casa y a la mía venía él.
Entonces éramos
jóvenes y teníamos mucho tiempo;
ahora que soy un
hombre, no me detengo un momento.
Cansado estoy ya de
este juego sin sentido;
cansado del esfuerzo
por alcanzar el prestigio.
“Mañana”, digo,
“mañana a mi amigo iré a ver,
sólo para demostrarle
que sigo pensando en él”.
Pero un mañana viene
y otro mañana se va,
y la distancia entre
ambos aumenta cada vez más.
A la vuelta de la
esquina —¡parece tan lejos ser!
De pronto, alguien me
avisa:
“Murió
tu amigo José”.
(El Ejemplo del
Maestro, Liahona enero 2003, Pág. 5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario