Élder Craig A. Cardón, De los Setenta:
"¿Qué es más fácil, decir: Tus
pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?".
Sin esperar a que respondieran, el Salvador continuó: "Pues para
que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al
paralítico): A ti te digo: ¡Levántate!, toma tu lecho y vete a tu casa".
¡Y lo hizo!
Mediante esta milagrosa curación física, el Salvador nos confirmó a
todos esta verdad espiritual infinitamente más potente: ¡el Hijo del Hombre
perdona los pecados!
Si bien todos los creyentes aceptan fácilmente esta verdad, no se reconoce de manera tan fácil la verdad esencial
que la acompaña: el Salvador perdona los pecados "en la tierra" y no
simplemente durante el juicio final. Él no nos disculpa en nuestros pecados; no aprueba que volvamos
a los pecados pasados, pero cuando nos arrepentimos y obedecemos Su evangelio,
Él nos perdona.
En este perdón vemos que el poder habilitador y redentor de la Expiación se aplica de
manera armoniosa y amable. Al ejercer la fe en el Señor Jesucristo, el poder
habilitador de Su expiación nos fortalece en nuestros momentos de necesidad, y Su
poder redentor nos santifica cuando nos "[despojamos] del hombre
natural". Esto brinda esperanza a todos, especialmente a aquellos que
piensan que el Salvador no está dispuesto a ayudar y a salvar cuando se vuelve
a ceder a la debilidad humana. (El
Salvador desea perdonar, Liahona Mayo 2013, Pág. 15)
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