Liahona Mayo 2013, Élder Craig A. Cardón, De los Setenta

Nadie debe suponer que ese per­dón se recibe sin el arrepentimiento. De hecho, el Señor ha declarado: ".yo, el Señor, perdono los pecados de aquellos que los confiesan ante mí y piden perdón", y procede a añadir esta advertencia: "si no han pecado de muerte". Aunque el Señor no puede "considerar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia", aun así, hace una distinción entre la relativa gravedad de algunos pecados. Él estipula que no habrá perdón por "la blasfemia contra el Espíritu Santo"; declara la gravedad del asesinato y recalca la seriedad del pecado sexual tal como el adulterio. Él señala que la repetición del grave pecado sexual dificulta cada vez más el recibir Su perdón; y Él ha dicho que "el que peque contra mayor luz, mayor condenación recibirá". No obstante, en Su mise­ricordia, Él accede a la mejoría con el tiempo en vez de exigir la perfección inmediata. Incluso con la multitud de pecados que resultan de la debilidad de la mortalidad, cuantas veces nos arrepintamos y busquemos Su perdón, Él perdonará, vez tras vez.


A causa de esto, todos nosotros, incluso los que luchan por vencer con­ductas adictivas tales como el abuso de sustancias o la pornografía, y quienes los rodean, podemos saber que el Señor reconocerá nuestros esfuerzos rectos y con amor perdonará, cuando el arrepentimiento sea completo, "hasta setenta veces siete". Pero eso no signi­fica que uno pueda deliberadamente volver a pecar con impunidad.   (El Salvador desea perdonar, Liahona Mayo 2013, Pág. 16)

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