De hecho, Dios tiene la manera de vivir, de
amar, de ayudar, de orar, de hablar, de tratarnos mutuamente, de dirigir, de
contraer matrimonio, de criar a los hijos, de aprender, de saber la verdad, de
compartir el Evangelio, de elegir sabiamente qué comer, etc.
Junto con las Escrituras, hay otros grandes
recursos para aprender la manera del Señor en Leales a la Fe, Para la
Fortaleza de la Juventud, y en otras enseñanzas de los apóstoles y profetas
vivientes.
1. Por ejemplo, el Señor nos ha enseñado en
las Escrituras: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dice Jehová".
"Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9).
2. Una de las iniquidades de estos últimos
días es que "todo hombre anda por su propio camino" (D. y C. 1:16).
En Proverbios se nos advierte: "No seas sabio en tu propia opinión" y
"no te apoyes en tu propia prudencia" (véase Proverbios 3:5-7).
3. Se nos enseña que si hacemos las cosas a la manera del Señor, Él
está obligado a bendecirnos y tenemos derecho a reclamar Sus promesas; pero si
no lo hacemos a Su manera, no tenemos ninguna promesa (véase D. y C. 82:10).
4. El Señor comparó Su manera con la nuestra cuando instruyó al
profeta Samuel, quien fue enviado a buscar un nuevo rey: "Y Jehová
respondió a Samuel: No mires a su parecer ni a lo grande de su estatura, porque
yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que
está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Samuel 16:7).
5. Hasta con el universalmente aceptado deseo de ayudar a los pobres
y a los necesitados, el Señor está de acuerdo con nuestra meta, pero nos advierte: "Pero
es preciso que se haga a mi propia manera" (D. y C. 104:16); de otro modo, en nuestro intento por
ayudar, es posible que causemos daño. El Señor nos ha enseñado la necesidad de
fomentar la autosuficiencia. Aun cuando podamos ayudar, no
debemos dar ni proporcionar lo que la persona puede y debe hacer por sí misma.
Dondequiera que se practique esto, el mundo sufre las consecuencias del dar
sin requerir nada a cambio. Dios realmente sabe lo que es mejor. (La
manera del Señor, Liahona Mayo 2013, pág. 37)
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