El Señor sabe lo que estamos afrontando, que todos pecamos y que somos
"destituidos de la gloria de Dios" una y otra vez. Él "conoce
las flaquezas del hombre y sabe cómo socorrer a los que son tentados". Él
nos enseña a "[orar] siempre para que no [entremos] en tentación". Se
nos dice que le "[imploremos] misericordia, porque es poderoso para
salvar". Nos manda que nos arrepintamos y que perdonemos. Y a pesar de que
el arrepentimiento no es fácil, al esforzarnos de todo corazón por obedecer Su
evangelio, Él nos hace esta promesa: "De cierto te digo, que no obstante
[tus] pecados, mis entrañas están llenas
de compasión por [ti] . Yo no [te] desecharé completamente, y en el día de la
ira me acordaré de tener misericordia". El Señor desea perdonar. (El Salvador desea perdonar, Liahona Mayo 2013,
Pág. 17)
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