Y el propósito fundamental de este sacerdocio es bendecirnos,
santificarnos y purificarnos a fin de que podamos vivir juntos con nuestras
familias en la presencia de nuestros Padres Celestiales, unidos por los
sellamientos del sacerdocio, participando en la maravillosa obra de Dios y de
Jesucristo de propagar por siempre Su luz y gloria. (“Ésta
es mi obra y gloria”, Liahona Mayo 2013, Pág. 20)
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