Mi promesa a ustedes, los que oran y prestan servicio al Señor, no
puede ser que recibirán toda bendición que deseen para ustedes y su familia;
pero sí puedo prometerles que el Salvador se acercará a ustedes y los
bendecirá, igual que a su familia, con lo que sea mejor. Tendrán el consuelo de
Su amor y como respuesta, sentirán Su proximidad a medida que extiendan sus
brazos para servir a los demás. Al vendar las heridas de los necesitados y
ofrecer la purificación de Su expiación a los que estén afligidos por el pecado,
el poder del Señor los sostendrá. Sus brazos se extienden junto con los de
ustedes para socorrer y bendecir a los hijos de nuestro Padre Celestial,
incluso a aquellos en su familia. (“Venid
a mí”, Liahona Mayo 2013, Pág. 24)
No hay comentarios:
Publicar un comentario