Sé obediente a las enseñanzas proféticas que Cristo desea que sigas.
No pongas en peligro tu felicidad futura racionalizando el tomar atajos en
lugar de aplicar los principios confiables del Evangelio. Recuerda que de las
cosas pequeñas proceden las grandes. Las aparentes pequeñas imprudencias o
negligencias pueden conducir a grandes problemas. Pero más importante aún es
que los hábitos sencillos, constantes y buenos llevan a una vida plena de
abundantes bendiciones.
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