Hacer todo lo posible para invitar la influencia apacible y guiadora
del Espíritu Santo en nuestra vida es primordial en nuestros esfuerzos por
centrar nuestro hogar en el Salvador. El obedecer esa inspiración nos fortalecerá
aún más.
Al combinar esos esfuerzos de obediencia con el prestar servicio a
quienes te rodean, obtendrás mayor paz. Muchas personas que tienen lo que
ellos piensan que son escasos talentos los utilizan humilde y generosamente
para bendecir a quienes las rodean. El egoísmo es la raíz de una gran maldad y
su antídoto se encuentra en el ejemplo de la vida del Salvador. Él nos demostró
cómo centrar nuestra vida en el servicio desinteresado hacia los demás.
He aprendido una verdad que se ha repetido con tanta frecuencia en mi
vida, que he llegado a saber que es una ley absoluta, la cual define la forma
en que la obediencia y el servicio se relacionan con el poder de Dios. Cuando
uno obedece los mandamientos del Señor y presta servicio a Sus hijos
desinteresadamente, la consecuencia natural es el poder de Dios, el poder para
hacer más de lo que podemos por nosotros mismos. Nuestras perspectivas,
nuestros talentos y nuestras habilidades se amplían porque recibimos la
fortaleza y el poder del Señor. Su poder es un elemento fundamental para
establecer un hogar lleno de paz. (“La paz en el hogar”,
Liahona Mayo 2013, pág. 30)
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