Liahona Mayo 2013, Élder Richard G. Scott, Del Quórum de los Doce Apóstoles

Para concluir, quisiera hablar a quienes tienen un familiar que no está tomando buenas decisiones. Ello puede poner a prueba nuestra pacien­cia y perseverancia. Tenemos que con­fiar en el Señor y en que, cuando Él lo considere apropiado, recibiremos una respuesta positiva a nuestras oracio­nes y a nuestro esfuerzo por rescatar. Hacemos todo lo que podemos para servir, bendecir y reconocer humilde­mente la voluntad de Dios en todas las cosas. Ejercemos fe y recordamos que hay cosas que debemos dejar en manos del Señor. Él nos invita a depositar las cargas a Sus pies. Con fe, podemos saber que ese extraviado ser querido no está abandonado, sino que se encuentra al cuidado de un amoroso Salvador.

Reconozcamos lo bueno en los demás y no sus imperfecciones. Hay momentos en que es necesario prestar la debida atención para limpiar unamancha, pero debemos siempre con­centrarnos en sus virtudes.

Cuando sientas que tienes apenas un hilo delgado de esperanza, en rea­lidad no es un hilo sino un poderoso vínculo, como un poderoso instru­mento de salvación que te fortalece y te eleva. Te proporcionará consuelo para que puedas dejar a un lado el temor. Esfuérzate por vivir dignamente y pon tu confianza en el Señor.

No debemos preocuparnos si no podemos hacer todo lo que el Señor nos ha aconsejado al mismo tiempo. Él también ha hablado de un tiempo y una época para todas las cosas. En respuesta a nuestras oraciones since­ras pidiendo guía, Él nos dirigirá para saber en qué debemos hacer hinca­pié durante cada etapa de nuestra vida. Podemos aprender, progresar y llegar a ser como Él, paso a paso, en forma constante.


Doy mi testimonio de que el vivir con obediencia, afirmados con fuerza en el evangelio de Jesucristo, nos proporcionará la mayor certeza de tener paz y refugio en nuestro hogar. Igualmente tendremos muchos desa­fíos y congojas, pero aun en medio de las dificultades, podremos disfrutar de paz interior y de verdadera felicidad. Testifico que la expiación de Jesucristo es la fuente de abundante paz; en el nombre de Jesucristo. Amén.   (“La paz en el hogar”, Liahona Mayo 2013, pág. 31)

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