Vengan a la luz
Sí, de vez en cuando nuestra vida quizás parezca afectada por la oscuridad o incluso envuelta en ella. A veces la noche que nos rodea parecerá opresiva, descorazonadora y temible.
Mi corazón se aflige por las muchas penas que algunos de ustedes enfrentan, por la dolorosa soledad y los miedos abrumadores que quizás estén experimentando.
Sin embargo, ¡testifico que nuestra viva esperanza está en Cristo Jesús! Él es el verdadero, puro y poderoso acceso a la iluminación divina.
Testifico que, con Cristo, la oscuridad no puede prevalecer. Las tinieblas no obtendrán la victoria frente a la luz de Cristo.
¡Doy testimonio de que la oscuridad no puede permanecer frente a la resplandeciente luz del Hijo del Dios viviente!
Los invito a cada uno de ustedes a abrir su corazón a Él. Búsquenlo mediante el estudio y la oración. Vengan a Su iglesia, aprendan de Él y de Su evangelio, participen activamente, ayúdense unos a otros y sirvan con gozo a nuestro Dios.
Hermanos y hermanas, aun tras la noche más oscura, el Salvador del mundo los conducirá hacia un amanecer gradual, dulce y radiante que sin duda surgirá dentro de ustedes.
Al caminar hacia la esperanza de la luz de Dios, descubrirán la compasión, el amor y la bondad de un Padre Celestial amoroso, “en [quien] no hay ningunas tinieblas”9. De esto testifico; en el nombre de Jesucristo. Amén. (La esperanza de la luz de Dios, Liahona Mayo 2013, pág. 76-77)